Libro I – Parte 15-5 de 15
Carta XIV
Querido Jasper:
Lo que escribí en mi última carta, es cuanto se puede propiamente decir a serios postulantes que mediante su perseverancia, demuestran que no son simples buscadores de lo maravilloso, deseosos de engañar el tedio de la vida con nuevos experimentos y sensaciones. Lo que cuenta no es lo que se hace, sino que el espíritu con el cual efectuamos la cosa más diminuta para Ellos que son el todo. Me preguntas los nombres de los siete rayos o logias. Aunque los conociera no podría divulgarlos. En estos asuntos, los nombres son siempre realidades, por lo tanto, comunicar el nombre implicaría revelar la cosa misma. Además, si se divulgaran los nombres, la persona común, al oírlos, no los entendería. Es como si dijera que el nombre del primero es X, hecho que no transmite nada a la mente del interlocutor. Todo lo que se puede decir es que estos siete rayos, distritos o divisiones, existen de manera análoga a la expresión que en una ciudad se hallan legisladores, mercaderes, maestros y sirvientes. La diferencia consiste en el hecho de que, en tal caso conocemos todo acerca de la ciudad y el sentido de dichos nombres. Sólo el nombre dirige la mente a la idea o a la cualidad esencial. Nuevamente, ha llegado el momento de despedirnos, sin embargo, los Hermanos nunca se separan mientras viven sólo por la Verdad.
Z.
Las cartas anteriores indican claramente una conclusión relativa a la gran Teósofa, Madame Blavatsky, aun cuando no se mencione su nombre ni quizá se haya pensado de forma particular en ella. Visto que sacrificó, aunque ella no lo llame así, todo lo que la humanidad considera precioso, para llevar al occidente las buenas informaciones de la Teosofía, dicho occidente y especialmente la Sociedad Teosófica, según la medida que acepta la Teosofía, tiene una relación con Madame Blavatsky equivalente a aquella entre el chela y su Gurú. Su relación con estos Teósofos reside en la Ley superior y no se puede borrar ni ignorar. Por lo tanto, los que consideran su personalidad y la encuentran en desarmonía con las propias, tratan de alcanzar a los Maestros valiéndose de otros medios descuidando o menospreciando con desdén sus elevados servicios, violando una regla que, no siendo de origen humano, no puede infringirse impunemente. La gratitud y el sentimiento común del ser humano hacia su prójimo, debiera haber impartido esto sin necesitar ninguna enseñanza oculta. Tales personas no han llegado a aquel estado de evolución en el cual pueden aprender las verdades superiores. Ella que acepta sufrir la tortura en los tormentos de un cuerpo debilitado de su fuerza vital por los soberbios torrentes de energía prodigada hacia su noble Causa, aquella que ha retado el sarcasmo y la cólera de dos continentes y todas las huestes de las visibles e invisibles tinieblas, aquella que ahora continúa viviendo sólo para asumir el Karma de la Sociedad asegurándole entonces su bienestar, no necesita ninguna alabanza humana, pero le corresponde justicia ya que si no dirigimos hacia ella tal impulso en nuestros corazones y almas, Madame Blavatsky sabe que en esta encarnación fracasaremos. La relación que existe entre un niño y su madre, la cosecha y la tierra, es análoga a aquella de todas las personas que están atadas a H.P.B., beneficiándose de los frutos de su vida. Tratemos de comprender estos vínculos ocultos que la operación del Karma efectúa, aplicándolos tanto a nuestro diario vivir como a nuestra vida teosófica. Para nosotros, Madame Blavatsky representa el eslabón siguiente y más elevado en esa gran cadena de la cual no podemos omitir ni saltar ningún paso. Para ilustrar aún más la presente carta, citaré el caso de un amigo mío que, al contactar por primera vez la Teosofía, sintió un impulso inmediato y un deseo ardiente de llegar a ser un chela. Por supuesto, en otras vidas tuvo que haber sabido estas verdades, en cuanto todo le parecía familiar y, bien que era un llamado “hombre de mundo,” aceptaba la filosofía, medía intuitivamente sus posibilidades y mientras que hacía su deber con cuidado evitando causar desarmonía, arreglaba su vida, especialmente aquella interior, conforme a estas ideas. La cuestión del estado de chela adquirió prominencia en su mente. No conocía a ningún chela, no sabía a donde dirigirse ni a quien interpelar. Al reflexionar sobre el asunto, se convenció que el verdadero estado de chela consistía en una actitud interna del postulante. Recordó las leyes magnéticas y energéticas repitiéndose que podía constituirse un chela de la Ley si así lo quisiera y en lo que concernía a su actitud, sin embargo, en caso que no encontrara satisfacción en esto, era una demostración que deseaba alguna recompensa y satisfacción personal o poderes en la materia y que su motivo no era puro. Formuló sus deseos despacio aún en su propia mente, ya que no quería someter preguntas a la Ley a la ligera, sin embargo, al final determinó poner a prueba sus motivaciones examinándose para ver si podía mantener la actitud de un fiel chela no reconocido y en apariencia ignorado. Entonces, grabó en su mente la obligación de servir a la Verdad y a la Ley como un chela efectivo, siempre buscando la luz y más ayuda si fuera posible, reconociendo al mismo tiempo que la obligación le tocaba sólo a él tomarla y no tenía nada que pretender de los Maestros, excepto lo que podía esperar reivindicar de la Ley mediante la fuerza de su propósito. En cualquier lugar que podía oír de los chelas y de sus deberes, prestaba atención o leía con respecto al asunto, trató de imaginarse en la posición de un chela aceptado, realizando, lo mejor posible, los deberes de aquel lugar, viviendo conforme a la luz que tenía. En realidad, según su opinión, un discípulo siempre debiera pensar y actuar hacia las más elevadas posibilidades ya sea que las haya alcanzado o no, sin confinarse entonces en aquel curso de acción que se podría considerar idóneo a su clase o estado espiritual inferior. Creía que el corazón es el artífice de todo verdadero vínculo. Por lo tanto, su tarea consistía en elevarse mediante sus propios esfuerzos. En caso necesario, determinó mantener tal actitud vida tras vida, hasta que, al final, sus derechos de nacimiento fueran asegurados y su demanda reconocida por la Ley. Tuvo que encarar pruebas y la indiferencia de aquellos que sintieron, más que vieron, su actitud cambiada. Incurrió en todos los innominados choques que experimentaron los demás cuando se opusieron al vórtice de la existencia, tratando de buscar su camino hacia las verdaderas corrientes. La soledad y los grandes sufrimientos no tardaron mucho en retar su indomable voluntad. Sin embargo, encontró trabajo que cumplir y en esto tuvo mucha dicha ya que trabajar para los demás constituye la alegría del discípulo. Su participación en la vida Divina fue su primer reconocimiento mediante el cual se puede percatar de que su servicio se ha aceptado. Este hombre había apelado a la Ley en suprema fe y recibió una respuesta. El Karma le envió un amigo y pronto empezó adquirir un nuevo conocimiento y después de un cierto tiempo, se enteró de un lugar o de una persona donde podía solicitar para llegar a ser un chela en prueba. Tal información no se le impartió de forma usual, no se le dijo nada de este género, sin embargo, mediante su conocimiento en vía de desarrollo y sus facultades que se estaban despertando, se convenció que podía seguir tal curso. Así lo hizo y su oración fue oída. En seguida, me dijo que él nunca supo si no hubiese mostrado una fuerza mental mayor, al confiar totalmente en la realidad de su invisible demanda no reconocida, hasta que llegara el momento propicio en el cual los Maestros lo hubieran aceptado y llamado. Por supuesto, entretanto, mantuvo el ideal de los maestros claramente presente en su mente. Quizá su solicitud le mostró que era más débil de lo que suponía, en cuanto podía darse cuenta que necesitaba de pruebas tangibles para un hecho en el cual su naturaleza superior lo indujo a creer sin tal demostración. De otra manera, acaso fuera simplemente natural y correcto que, después de un silencioso servicio durante un amplio lapso de tiempo, debía mostrar el valor de su convicción en la primera oportunidad que el Karma le ofreciera. Así, envió su demanda. Se me permitió compartir un segmento de la respuesta que recibió, la cual le hizo claro que había sido aceptado, hasta cierto punto, antes de su demanda, como su intuición se lo había comunicado. Según algunos, la respuesta puede tener un valor indescriptible en cuanto se exponen claramente los peligros al adelantarse más que la propia raza e incluye sugerencias y admoniciones mostrando que los Grandes Seres del Oriente tratan a los postulantes de la forma más suave y franca. También indica un sendero para aquellos que siguen el sabio plan de ponerse a prueba en silencio, antes de entablar sus demandas a la Ley, ya que esto eleva, de pronto, sus vibraciones magnéticas y el ritmo de su evolución, su llama arde con más brillantez atrayendo a su esfera a todo tipo de formas e influencias de manera que el fuego es caliente a su alrededor. Esto no lo abarca sólo a él sino a otras vidas, las cuales, contactando la suya, perciben esta fuerte energía desarrollándose más rápidamente y si en su naturaleza se 55 encuentra un lugar falso o débil, de pronto se pone de manifiesto derribándolas por un cierto tiempo. Este es el peligro al entrar en el “círculo de los ascéticos,” el ser que quiera penetrar en esto, debe ser verdaderamente fuerte. Como regla, es mejor asumir la actitud de un discípulo, imponiéndose las pruebas a sí mismo ya que esto produce una menor oposición. Desde luego, las fuerzas subyugadas por el Adepto, pueden precipitarse sobre el neófito incapaz de protegerse si su Karma no se lo permite. Además, siempre existen aquellas fuerzas antagónicas de las tinieblas que esperan disminuir los rangos de los servidores de la Buena Ley. Hasta aquí podemos seguir a dicho estudiante, pero luego lo perdemos de vista ignorando, entonces, si adelantó, falló o si aún sirve y espera, ya que tales cosas no se hacen públicas. Divulgar todo esto es algo que acontece raramente, sin embargo, su permiso debe depender del hecho de que este país acoge a muchos estudiantes devotos que necesitan tal apoyo e información. A ellos les puedo decir que, si se constituyen como discípulos fieles y altruistas, la Gran Ley los conocerá como tales, siempre que sean sinceros, en sus pensamientos más recónditos y sus acciones más pequeñas, a la promesa de su corazón. En respuesta a Y., el Maestro escribe: “¿Está Y. totalmente preparado para el arduo trabajo? La senda de la meta que trata de alcanzar está llena de espinas y conduce a cenagosos pantanos. El chela debe enfrentar muchos sufrimientos y son aún más los peligros que debe encarar y conquistar. Que pondere acerca de esto y escoja después de la debida reflexión. Ningún Maestro se ha retirado de un postulante que apela a él con alma sincera y sedienta de luz. Toca a aquellos que requieren trabajadores y los necesitan en sus campos, indicar los escollos en el terreno y la dificultad de la obra a los que se ofrecen con sinceridad y confianza en el arduo trabajo. Si a pesar de tal aviso, Y persiste inamovible en su determinación, podrá considerarse aceptado como {…} En tal caso, que se coloque bajo la guía de un chela mayor. Al ayudarlo sincera y devotamente en sostener su pesada carga, preparará la senda para que reciba auxilio a su vez.” (Aquí siguen instrucciones privadas.) “En verdad, si el candidato confía en la Ley, si tiene paciencia, confianza e intuición, no deberá esperar mucho. A través de la gran sombra de amargura y dolor que los poderes antagónicos se complacen en arrojar sobre el peregrino en su camino hacia las Puertas de Luz, el candidato percibe muy pronto en su alma la brillante Luz y deberá simplemente seguirla. Sin embargo, que esté alerta para que no confunda los fuegos fatuos de los sentidos psíquicos por el reflejo de la gran Luz espiritual, aquella Luz es eterna pero nunca vive, ni puede brillar en ningún otro sitio excepto que en el puro espejo del Espíritu […] “Sin embargo, Y. debe usar sus intuiciones. Se deben disipar y conquistar las tinieblas interiores antes de tratar de ver en las tinieblas externas, debemos conocernos a nosotros mismos antes de conocer las cosas ajenas a nuestros sentidos.” Ahora bien, que los Poderes a los cuales mi amigo Y. ha apelado, reciban el permiso de Poderes aún mayores y superiores para que lo ayuden. Este es el sincero y ferviente deseo de su verdadero y fraterno, '. Dicha carta muestra, incidentalmente, como un Adepto puede servir a otro aún más elevado, reportando y transmitiendo Su respuesta.