Cartas que me han ayudado – W.Q. Judge

Libro I  –  Parte 15-4 de 15

Carta XIII

Querido Jasper:

He aquí que hemos pasado de las simples usuales y terrestres relaciones de maestro y estudiante, a aquella que por el momento llamaremos la Logia. Tal Logia, no es algo que puede ser criticado, analizado o definido. Se encuentra instantáneamente en todas partes y en ninguna. Sus confines incluyen a todos los verdaderos Maestros, estudiantes, guías y gurús, de cualquier raza, credo o de ningún credo. Con respecto a esto se ha dicho: “Más allá del Vestíbulo del Aprendizaje, hallase la Logia.

Es el conjunto completo de Sabios de todo el mundo. Aún sus componentes no pueden describirla, sin embargo, no se le prohíbe al estudiante que imagine como es.” Por lo tanto, en cada instante, cualquiera de sus verdaderos maestros o discípulos, será feliz de ayudar a algún otro maestro o discípulo. Sin embargo, esto no implica que, como todos están tratando de divulgar la verdad y enseñarla al mundo, nosotros, que nos llamamos aspirantes chelas o chelas conocidos de alguna persona que llamamos Gurú, podamos colocarnos al mismo tiempo bajo la tutela de más de un Gurú.

Cada ser humano que determina en sí mismo que entrará en el Sendero, tiene un Gurú. Sin embargo, el lapso entre tal determinación y la hora en la cual conocerá verdaderamente al Maestro, puede ser realmente amplio, mientras que en ciertos casos es muy breve. Ha llegado el momento de considerar un poco tales divisiones. En este orden existen jerarquías de Gurús y discípulos como acontece en el ejército, donde el soldado más simple tiene un general que guía al entero y que le es inalcanzable excepto mediante los otros oficiales. Se encuentra el Gran Gurú, que es tal para aquellos que nunca Lo conocen ni ven. Después, hay otros que Lo conocen y son los Gurús de un cierto número de chelas y así sucesivamente, hasta imaginar a un chela que puede ser un Gurú conocido de otro chela bajo él.

Además, pueden existir chelas que actúan como Gurús para uno o más chelas, aun no siendo reconocidos porque su función es provisoria. Ahora bien, aquel que toma la resolución mencionada arriba, contrae un vínculo que descansa en la Ley superior. No es una cosa que se deba tomar a la ligera ya que sus consecuencias son serias, esto no implica desastres o terribles tormentos, son serias en lo que concierne a la claridad y la brillantez de esos rayos de Verdad que deseamos que nos alcancen. Por lo tanto, conforme al grado determinado por la sinceridad y el poder de nuestra motivación, nos hemos extraído de la común, vasta y móvil masa de seres humanos que viven, con respecto a esto, como animales, y hemos tocado una puerta. Si hemos reverenciado a nuestro maestro, ahora lo haremos con nuestro desconocido Gurú. Dentro de nosotros debemos asumir una actitud fiel.

Debemos tener una fe constante y firme que nada pueda estremecerla, ya que hemos dirigido nuestra apelación al poderoso Karma y, como el Gurú es Karma, en el sentido que nunca actúa oponiéndose al Karma, no debemos perder la fe ni siquiera por un instante, visto que es aquella que clarifica la atmósfera y nos permite recibir la ayuda por todos lados. Entonces, quizá este candidato voluntario, postulante o neófito, decida que, momentáneamente, tomará como maestro o guía a algún otro chela cuyas enseñanzas se recomiendan por sí solas. No es necesario que entre los dos acontezca alguna relación verbal. Por lo tanto, después de haber efectuado esto, aún en el pensamiento, él debería aplicarse diligentemente a la doctrina de aquel maestro, sin cambiarlo hasta que verdaderamente encuentre otro maestro o haya pasado a otra clase.

En realidad, si escoge un maestro simplemente para controvertir y disentir, ya sea abierta o mentalmente, se expone al riesgo de oscurecer totalmente a su mente. Si siente que no está entendiendo de manera clara, entonces, valiéndose de la fe, debería tratar de comprender ya que, si por medio del amor y la fe vibra de forma tal que alcance el significado superior de su maestro, su mente se elevará y obtendrá un adelanto mayor. He aquí, llegamos al posible caso de un aspirante hacia esta fe real y soberana que, de alguna forma, ha encontrado verdaderamente una persona muy adelantada en la Senda. Él se ha dirigido a tal individuo diciéndole: “¿Puedo ser aceptado y puedo ser un chela tuyo o de algún otro?” Desde luego, el individuo al cual apelamos podría decir: “No conmigo, pero te dirijo a algún otro perteneciente a tu misma clase, entregándote a él para que seas su chela, sírvelo.” Con tal sugerencia, el aspirante se dirige a la persona designada y, deliberadamente, ambos se ponen de acuerdo. Este es un caso en el cual el verdadero Maestro ha recomendado el aspirante a un compañero de trabajo que quizá se encuentra en algún nivel superior al de nuestro neófito, el cual ahora se halla en una posición diferente a la de los que están silenciosamente trabajando, esforzándose en aprender de cada maestro y de todos, pero careciendo de un especializado y personal Gurú. Un claro y sagrado vínculo relaciona a dicho neófito con su “pequeño gurú,” de otra manera ambos serían niños mentirosos que juegan sin merecerse atención. Si el “pequeño gurú” es fiel a su misión, ocupando su mente y corazón con ésta, durante dicho período considerará al chela el representante de la Humanidad.

Postulamos que tal “pequeño gurú” estaba más adelantado que su chela. Por lo tanto, a veces puede acontecer que diga algo que su chela no capta claramente. Esto se verificará aún más si este último es nuevo en la materia. Pero el chela ha tomado deliberadamente ese gurú y debe tratar de comprender la doctrina de aquel maestro. La función adecuada del Gurú consiste en reajustar y no verter, vastas cantidades de conocimiento expresadas en términos claros y fácilmente comprensibles. Tal manera de comportarse, por agradable que sea, sería absurda y no conferiría al chela nada más de lo que un libro bien escrito ofrecería a su lector. La fe y el amor que existe entre los dos, actúan como estímulo para ambos y como purificador para la mente del chela. Sin embargo, si después de un cierto tiempo, el chela encuentra a otra persona que parece tener el mismo conocimiento de su “pequeño gurú,” exponiéndolo pero en términos muy simples y determina tomarlo como maestro, comete un error. El puede escuchar sus enseñanzas, admirarlas y beneficiarse de éstas, pero, una vez que determina mentalmente y enseguida pregunta verbalmente al otro que sea su maestro, empieza a romper el vínculo que acababa de establecer y puede perder completamente el beneficio de ambos. No necesariamente, pero, si no informa a su “pequeño gurú” acerca de la nueva adopción de un maestro, seguramente será motivo de mucha confusión en el campo del ser en el cual ambos efectúan el verdadero “trabajo.” Una vez que haya enterado a su “pequeño gurú” con respecto a la nueva adquisición en lo que concierne al maestro, el primer gurú se retirará. Nada de lo anterior se dirige a aquellas mentes que no consideran estas cosas como sagradas. Un Gurú, es un ser sagrado en tal sentido, ciertamente no en uno general, pero en todo lo que pertenece a la vida espiritual y real, empero, si según el chela el gurú merece ser considerado sagrado desde un sentido general, será mejor para él. Para el alma muy sensible ésta es una cuestión de adopción, una cosa altamente sagrada y valiosa que no se toma ni se abandona a la ligera, ya que el Gurú, momentáneamente, se convierte en el Padre espiritual del chela, aquel que está destinado a conducirlo a la verdadera vida o introducirlo a El que lo efectuará. Por lo tanto, visto que, en realidad, el gurú es el ajustador, el chela no presta una servil atención a cada palabra, excepto en los casos en los cuales se sabe que el Gurú es un gran Sabio o el chela se comporta así según su naturaleza. El oye la palabra y se esfuerza en asimilar su inherente sentido, si no lo entiende lo arrincona para una más propicia circunstancia, mientras que trata de comprender lo que puede. Y aunque, como a menudo acontece en India, no pueda entender nada, le llena de satisfacción el estar en la proximidad del Gurú y efectuar lo que es correcto hacer por él. De tal manera, su constante fe a la larga aclarará su mente como atestiguan muchos ejemplos acerca de los cuales se aplica bien el siguiente pensamiento: “Ellos sirven también a los que están en su lugar y esperan.”                                                                                                                                             Z.

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