DIOSES EN EL DESTIERRO – J. J. VAN DER LEEUW – Parte 5

CONOCIMIENTO DE NUESTRA VERDADERA NATURALEZA

Capítulo 1

Parte 5

Durante el período de lucha, se formula el hombre preguntas respecto a la finalidad de la vida y la naturaleza de su ser; pero cuando llegan las respuestas, olvida las preguntas en la experiencia de la Realidad en sí misma. Así, en cuanto a la respuesta referente a la existencia del hombre, no es una exposición intelectual del modo cómo está constituido, sino más bien el reconocimiento de su interno Yo, y en consecuencia, el descubrimiento del mundo de este Yo. Cuando consideramos el problema de la dualidad que en la vida diaria experimentamos todos de un Yo superior por una parte y de un yo inferior por otra, hallamos una admirable verdad.

El hombre es esencialmente divino. Como hijo de Dios participa de la naturaleza de su Padre cuya divinidad comparte. Por lo tanto, la verdadera patria del hombre es el mundo de la Divinidad, en donde vivimos y somos y tenemos nuestro ser "de eternidad a eternidad ". El ego humano tiene sus actividades en su propio mundo, y allí goza de una jubilosa y esplendente vida más allá de toda concepción. Por consiguiente, en su propio mundo no puede aprender las lecciones de la experiencia, y por esto transfiere su conciencia a los mundos de manifestación externa, en donde rige la multiplicidad con la antítesis del Yo y del no-yo. Solamente en estos mundos de manifestación externa y mediante cuerpos constituidos por materia de los mismos mundos puede el ego tener conciencia de sí mismo como separada individualidad. En el mundo divino, la verdadera patria del ego, no hay distinción, entre el yo y el no-yo, porque cada entidad participa de la universal conciencia del conjunto; y así es que en el mundo divino no puede adquirir el ego la conciencia de sí mismo. Únicamente en el trino universo de manifestación externa, constituido por los mundos físico, emocional y mental hallamos la dualidad de objeto y sujeto necesaria para adquirir la conciencia individual. Para lograr este conocimiento se transfiere el ego a los mundos exteriores y asume cuerpos de la materia de estos mundos. El Génesis describe este traslado del alma a los mundos de tinieblas. El paraíso primitivo no es un estado que pueda perdurar por mucha que sea su belleza y armonía. El alma ha de comer del árbol del bien y del mal, del árbol del conocimiento aun a costa del Paraíso. Una vez experimentado el deseo de conocer los mundos de materia, asume el, alma "túnicas de pieles " o cuerpos materiales, y desde entonces ha de vivir sujeta a las condiciones de la existencia material, y "ganarse el pan con el sudor de su rostro " . La finalidad de este largo destierro es la redención o regeneración, que se efectúa cuando el alma recobra el conocimiento de su esencial divinidad y Cristo nace en el corazón del hombre. Entonces se restituye al Paraíso; pero con plena conciencia de sí mismo, posee el ego en su propio mundo los frutos de su descenso a los mundos de materia. 

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Scroll to Top
Scroll to Top