J.J. Van Der Leeuw
Capítulo 4 Parte 24
NO VOLUNTAD FLACA SINO INDISCIPLINADA IMAGINACION
Comprenderemos esto mejor si analizamos algunos ejemplos en que, según decimos en
lenguaje corriente, no es bastante recia nuestra voluntad.
Imaginemos que determinamos levantarnos a las seis de la mañana. Cuando llega la hora y nos despertamos, nos sentimos naturalmente soñolientos y perezosos. Si empleáramos rectamente la voluntad no nos sería difícil levantamos, porque mantendríamos el único pensamiento de levantarnos, con exclusión de toda otra cosa, y no habría lucha. Pero lo que realmente hacemos es consentir que nuestra imaginación plantee el problema, y por una parte pensamos en la molesta sensación de frialdad al saltar de entre las calientes sábanas y lo desagradable de vestirse sin luz de día, mientras que por otra parte imaginamos cuán agradable sería permanecer un rato más en la cama y volvernos a dormir del otro lado. Así forjamos imágenes que naturalmente propenden a concretarse en acto e incitarnos a permanecer en la cama. Cuando empezamos a resistir, la resistencia es muy débil, y si vence habremos hecho un esfuerzo de todo punto innecesario que consume vitalidad y pudiera haberse evitado fácilmente si comprendiéramos la verdadera función de la voluntad. Al no levantarnos, no hemos denotado flaca voluntad sino indisciplinada imaginación. El recto uso de la voluntad hubiera sido mantener el pensamiento o la imaginación, es decir, la actividad creadora, enfocada en la sola idea de levantarnos de la cama, con exclusión de toda otra. De esta manera no permitiremos que la imaginación juegue con pensamientos tales como la molestia de levantarse y la comodidad de permanecer en la cama, y así no encontraremos dificultad en levantarnos inmediatamente.
De cierto expresó Hamlet una profunda verdad psicológica al decir que "el nativo matiz de la resolución se descolora con la pálida influencia del pensamiento". La fuerza de voluntad del ego mantiene enfocada la conciencia en el punto interesante, con exclusión de toda idea, sentimiento, persona o influencia que amenazara impedirlo o nos incitara desde el exterior.
Citemos otro ejemplo. Muchos conocen por experiencia la desagradable sensación que les sobrecoge cuando por vez primera están a punto de arrojarse al agua desde gran altura.
Han determinado arrojarse, pero en el momento crítico titubean y necesitan algún tiempo para armarse de valor y lanzarse al agua. Lo que realmente ha sucedido es que el sujeto permitió que la imaginación forjara una terrorífica imagen del chapuzón y de la conveniencia de no arrojarse al agua.
Forjada la imagen, se ve naturalmente el individuo impedido por ella, y le espanta el chapuzón que antes tan agradable le parecía. El medio de evitar la vacilación es también mantener enfocada la conciencia en el lanzamiento al agua y excluir todo pensamiento, sentimiento o influencia que pudiera impedirlo. Entonces no tropezará con dificultad alguna para realizar su propósito.