Cartas que me han ayudado – W.Q. Judge

Libro I – Parte 8 de 15

Carta VI (continuación)

El nuevo plano al que el alma puede ir, acerca del cual aludimos en esta carta, es el plano astral, que se encuentra inmediatamente arriba de lo material y consiste de un orden sutil de materia. Cuando un estudiante dirige su atención a la vida superior, deseando intensamente encontrar el camino, su alma ha empezado a despertarse y a hablar. Ha oído la voz del espíritu. Entonces, los sentidos internos principian a abrirse, primeramente de manera tan gentil y tierna, que apenas captamos su mensaje. Sin embargo, el alma ha dirigido su atención al plano astral, siendo el próximo que debe aprender en su camino ascendente. Su energía se transfiere del plano material al astral y, ya sea despierto o dormido, tendremos un flujo de numerosos sueños confusos y extrañas experiencias. Estos pueden o no pueden continuar, todo depende del alma individual y del Karma. Es un plano muy desconcertante y, generalmente hablando, podemos decir que los estudiantes más afortunados son aquellos que adelantan de un grado marcado en las cosas espirituales, sin tener experiencia consciente alguna del plano astral, ya que pueden estudiarlo después desde arriba en lugar de abajo, de manera que sea menos peligroso para ellos. Se debe conocer el todo, pero podemos progresar de varios modos, aún mediante grados discontinuos, sin embargo, después debemos retornar a lo que descuidamos. Tal regreso no implica un perjuicio o una pérdida de grado, ya que esto no puede perderse una vez que se ha alcanzado verdaderamente.

Los clarividentes y los videntes desprovistos de entrenamiento, a menudo niegan la verdad según la cual el plano astral es un orden más sutil de materia. Ellos no distinguen entre los sentidos psíquicos y los espirituales. Pueden ver a través de la materia burda, como por ejemplo una pared, el cuerpo físico y así sucesivamente, como si fuera vidrio, pero están incapacitados para ver a través de la substancia astral, por lo tanto creen que sus formas y todas sus imágenes percibidas en la luz astral son verdaderas. Sólo el adepto ve a través de estas ilusiones, las cuales son mucho más poderosas ya que están compuestas por un sutil orden de materia, pues las sutiles energías y las finas fuerzas, tienen un grado de poder más elevado sobre aquellas más burdas. El adepto domina, a su voluntad, el nivel de vibración que las disipa o las disgrega. Cuando hablo del plano astral, me refiero al plano inferior del alma, no a aquella cualidad superior y purificada que el autor de “Luz en el Sendero” llama el “divino astral.”

Mediante la ansiedad activamos el poder constructivo del egoísmo, el cual densifica y perturba nuestra esfera magnética, haciéndonos menos receptivos al flujo procedente de arriba.

J. N.

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