Libro III – Parte 33
Pláticas Alrededor De La Mesa De Té.
La noche pasada se convenció al estudiante a decir algo acerca de los sueños y del estado de sueño.
“Ahora bien, aunque la mayoría de los sueños son insensatos, no debemos menospreciarlos del todo, sino que debemos saber discernir. Si confiamos en los sueños, al final podemos llegar a ser muy supersticiosos y sujetos al castigo por parte de nuestros amigos. Que casi todas las personas sueñen es un gran hecho. Sin embargo, en estos sueños insensatos, tristes, importantes o proféticos, se encuentra algún ego, persona o individuo, el cual experimenta los sentimientos que constatamos en los sueños, recordándolos después. En los sueños se percibe una clase de cogniciones y sensaciones idénticas a aquellas de nuestro estado de vigilia. La cuestión es ¿quién siente, quién sufre y goza? Esto es lo que deberíamos considerar. Sin embargo, es verdadero que es posible aprender el significado de los propios sueños. Raras son las personas capaces de decir qué sentido, si tiene alguno, tenga el sueño de otro.”
Mayo 1891
El estudiante observó: “Por lo general, los sueños no se comprenden y la mayoría de aquellos que tenemos, se olvida cinco minutos después de que nos hemos despertado. Job dijo la verdad al afirmar que al ser humano se le instruye en las visiones nocturnas. Que esto, (el sueño del obispo como objeto de discusión), era un soñar despierto, no altera el caso. Bulwer Lytton muestra que las primeras iniciaciones acontecen durante los sueños. Casi siempre son símbolos ya que el ser interno no posee un lenguaje como el nuestro. Ve y habla mediante las imágenes. Emite un pensamiento como una figura, pero corresponde a nosotros comprenderlo y recordarlo. Cada imagen se modifica conforme a los cambiantes métodos de pensamiento de nuestras horas de vigilia. Tu amigo ha soñado e interpretado bien y si actuáramos según la enseñanza que nos sobrevino en el sueño, cuando nos brinda un elevado motivo, podríamos incentivar, por así decirlo, al soñador interior, de manera que más a menudo pudiéramos recibir instrucciones. El impulso del obispo es el de despreciar a su pariente, por ser muy práctico. Pero, también él sueña, desde luego en su experiencia está presente un gran hecho, aquello de soñar. Nuestros sueños nos facilitan una oportunidad, como seres humanos en el estado de vigilia, para que vivamos de forma tal que el Ser Interior pueda comunicarse, más fácilmente, con nosotros; pues, como acontece con las personas recién conocidas y los idiomas extranjeros, es necesario acostumbrarse a las nuevas formas de habla y pensamiento; así que, de la gran confusión que reina al principio, podamos llegar al orden con instrucción. La lección de este sueño es para todos: consiste en abandonar el miedo y eliminar el dominio que el ser ejerce sobre nosotros; efectuándolo cada uno, según su manera, ya que todos diferimos. Sin embargo, mientras permanezcamos impuros, no podemos llevar a cabo ninguno de los dos, al purificarnos, tendremos éxito en la empresa.”
Marzo 1892
“Dicho sea de paso ¿qué hay de bueno en los sueños?” preguntó el profesor el otro día. “¿Sirve de algo concederles la mínima atención? Soñé que el pato que comimos durante la cena, hace algunos días, creció al punto de ser como un elefante, amenazándome con el movimiento de su palmeada pata. Fue realmente aterrorizante.”
“¡Oh!” dijo el estudiante, el cual observaba fijamente al profesor, “¿entonces te aterrorizó? ¿No disciernes nada en el hecho de que ese pato imaginario espantó a una persona?”
“Era únicamente una imagen en mi cerebro,” respondió el profesor.
“Sí, es verdad, era una imagen fruto de una mala digestión; sin embargo, ignoras un inmenso hecho relacionado con ella. Un punto importante es: el 143 inexistente pato sacudió al percibidor interior. La persona y las facultades que inducen su cuerpo a evitar lo que llamas verdadero peligro en el estado de vigilia, son la misma persona y facultades que el pato, de su sueño, aterrorizó.”
“Realmente,” dijo el profesor, “nunca lo consideré desde este punto de vista. Quieres decir que aún en esta insensata ocasión tuve una experiencia introspectiva la cual, mediante el estado de sueño, ¿mostró mi verdadera existencia y funcionamiento como una persona real interior?”
En ese momento, la viuda, la cual se detuvo en la ciudad en su camino hacia una nueva ribera, interrumpió diciendo: “Ah, profesor, al menos estás aprendiendo algo. De aquí en adelante, posiblemente no te apresurarás tanto a burlarte de mi sueño acerca de mi nuevo sombrero.”
“¿Por qué, de qué hablas?”
“Bueno, soñé que me estaba probando un nuevo sombrero frente al espejo y, pensando en que persona tan afortunada era al conseguir el primero de un nuevo estilo, de pronto, la señora Eleonor entró y pareció ponerse verde de la envidia que mi éxito le produjo.”
“Sí,” observó el estudiante, “fue lo opuesto del caso del gigantesco pato. La causa de tu sueño no fue la indigestión. Era agradable, gratificaba tu amor por el arreglo personal mezclado con un deseo de destacar entre los demás, ya que fueran célibes o no. Sin embargo, el ser interior percibió el evento que tu mente puso de manifiesto y esto la gratificó. El ser interior nunca ve los objetos materiales; conoce, únicamente, la idea de los objetos ya sea que se los presenten los sentidos en estado de vigilia o la mente durante los sueños. El es un pensador que observa estas ideas. Aunque el sueño sea o no sea de por sí una insensatez, permanece el gran hecho de que alguien lo percibió. En nuestros estados de vigilia, perseguimos a la insensatez tanto como lo hacemos en los sueños. La llamamos experiencia, ya sea una actitud sabia o imprudente, ya sea la búsqueda de grandes cosas o de su opuesto. ¿Por qué deberíamos rehusar nuestros sueños como experiencia idónea en tal estado? Para el pensador la experiencia es la misma, ya sea que proceda de lo que el ojo despierto capta o de los movimientos de la mente en un sueño.”
El profesor miró con seriedad por un momento y luego dijo: “Arrojaste un poco de luz en el asunto ¿pero qué podríamos decir de otra clase de sueños? ¿Son todos igualmente insensatos y sólo aptos para el uso que mencionaste?”
“No, no todos son insensatos, sin embargo existen soñadores y soñadores. No todas las personas son un real soñador en el antiguo significado del término. Algunos sueños son visiones nocturnas. Entonces, el verdadero ser ve una gran cantidad de hechos de la vida, de la historia, de la familia y de las naciones. En aquel momento, el cuerpo no lo vincula, por lo tanto es capaz de sacar conclusiones inmediatas. Puede ver una guerra futura ya que capta todos los hechos que deben conducir a un conflicto y así imprime en el cerebro las imágenes de batallas, de ejércitos y de banderas. Puede también percibir los eventos individuales venideros, relacionados consigo mismo o con los demás. La razón de esto es porque ningún hecho puede acontecer sin una causa antecedente. El observa las causas e, instantáneamente, calcula los resultados hasta las fechas exactas, proyectando luego la imagen sobre el cerebro receptivo. Si fuese un rey y al mismo tiempo un buen soñador de esta clase, sus visiones durante el sueño se relacionarían con su reino, resultando más importantes que aquellas del campesino. Y aún, a veces, estos soñadores son hombres obscuros y a menudo sueñan referente a todo el reino. Cada idea, excepto aquellas de las matemáticas más puras, no se presenta a la mente en palabras, sino en imagen o en drama. Por lo tanto, a menudo el cerebro deforma la imagen, causando entonces confusión.
A veces, soñamos también con personas que no sabemos si están vivas, muertas o si nunca existieron. Esto depende de que, durante el sueño, nuestro ser interior encuentra al ser de otro individuo que conocimos en una vida pasada y luego no podemos identificarlo con nuestra experiencia cerebral actual. Sin embargo, no son insensateces ni imaginación.
Además, existe el sueño que a menudo experimentan aquellos que se esfuerzan por vivir una vida más elevada y desarrollar sus facultades interiores. Con frecuencia, en éste se ataca y persigue a la persona. Es la lucha entre la naturaleza superior e inferior en la cual a veces el terror sobreviene a causa de las antiguas pasiones y tendencias que parecen vencer. Este miedo produce una imagen de persecución o acometida y el soñador se despierta en la condición provocada por una pesadilla ordinaria. Si se persiste en la aspiración hacia una vida superior, sin que acontezca un correspondiente cambio en el pensar y actuar diario, el sueño se repetirá, variando quizá en los detalles. Su cesación será posible sólo cuando se abandone la lucha y uno se sumerge nuevamente en la conducta de clase inferior o cuando la forma de vivir y de pensar opuestas hayan ganado el conflicto.”
El profesor agradeció al estudiante, prometiendo más preguntas en alguna otra noche. Entonces, nos reunimos en otro cuarto para discutir las profecías teosóficas que a menudo se expresan, según las cuales nuestra egoísta civilización seguramente causará muy serias luchas sociales.
Septiembre, 1892