Cartas que me han ayudado – W.Q. Judge

Libro II – Parte 18

Carta 17

En respuesta a tu pregunta:

Ni la ley general ni la Logia interfieren, excepto en ciertos casos, para neutralizar el efecto de la tensión ejercida en las energías físicas del discípulo, una vez causada por un esfuerzo exagerado o por carencia de regularidad. Por lo tanto, el Teósofo tiene la obligación de vigilar que sus horas dedicadas al trabajo y a la recreación, estén propiamente distribuidas y equilibradas, ya que no tiene el derecho de vivir arriesgando su salud, privando a la causa por la cual trabaja, de un instrumento útil y necesario.

Las irregularidades concernientes al descanso y al recreo, han desequilibrado las energías de tu amigo dejándolo casi exhausto, ya que el trabajo ha sido duro, impidiéndole el necesario reposo ya sea durmiendo o estando despierto. Esto causa excitación que repercutirá (o ya repercutió), de muchas maneras diferentes, en el sistema y en los órganos. Produce la excitación mental que a su turno engendra otro disturbio. El, similarmente a todos los demás, debiera tomar medidas para asegurarse una regularidad en lo que concierne al descanso, de manera que cualquier trabajo que emprenda sea mejor y la actual excitación en su sistema se aquiete. No es sabio permanecer despierto hasta muy tarde, a menos que sea para un buen propósito que no es aquel de quedarse en vela con los demás hasta avanzada la noche, cuando nada positivo o necesario pueda realizarse. Esta es una buena razón, aunque hay más.

La excitación es calor, por lo tanto, si al calor se le aplica calor, éste último incrementa. A fin de crear un equilibrio se debe añadir frescura. Esto es pertinente a dicho caso y la aplicación de la frescura consiste en establecer una cierta regularidad en lo que concierne al descanso. En segundo lugar, los varios actos o pensamientos “equivocados” de los demás, constituyen calor, la frescura se debe producir descargando la mente de estos y cesando de aludirlos oralmente, de otra manera, el calor engendrado continuará. Es inútil hacer referencia a razones que radican en puntos de conducta y de ejemplo, ya que cada individuo es capaz de encontrarlos y aplicarlos.

Como no hay que tener prisa, es fácil despojar la mente de la ansiedad y de la irritación que emergen de la precipitación. Nuevamente, comparar el propio trabajo o las formas de efectuar las cosas de manera mejor que los demás, es erróneo y produce el calor acerca del cual estábamos hablando.

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