Cartas que me han ayudado – W.Q. Judge

Libro I  –  Parte 15-1 de 15

Carta X (continuación)

En lo que concierne a las prácticas de la concentración sugeridas en la presente carta, son simplemente etapas en la contemplación de una vida. Son medios para alcanzar una meta, medios de un cierto orden entre otros de diferentes órdenes y son todos necesarios ya que el sendero más elevado es aquel de la constante devoción y completa resignación a la Ley. Los medios mencionados arriba tienen un valor físico pues los lugares sugeridos para la contemplación son, como los demás, centros vitales. Excitar tales centros y el residuo magnético del aliento siempre presente en ellos, fortalece y despierta las facultades del ser interno, el vehículo magnético del alma, el eslabón entre la materia y el espíritu. Esta es una manera de expresarse necesaria para hablar claramente, porque en realidad, la materia y el espíritu son uno. Podemos mejor imaginar una infinita serie de correlaciones de fuerza que se extienden del puro Espíritu hasta su más grosero vehículo y decir que el vehículo magnético interno o el ser astral, se encuentra en el punto intermedio de la escalera. El secreto de la circulación del fluido nervioso se oculta en estos centros vitales y, el que los descubre, puede emplear el cuerpo según su voluntad. Además, tal práctica entrena la mente a permanecer en su principio sin impulsar ni ejercer su tangencial fuerza que es tan difícil sujetar. El pensamiento tiene un poder autoreproductivo y, al mantener de manera firme la mente en una idea, ésta última empieza a impartirle su color y, podemos decir, que todas las correlaciones de aquel pensamiento se despiertan en la mente. Por lo tanto, el místico obtiene el conocimiento de algún objeto en el cual piensa constantemente durante una contemplación inmóvil. He aquí la razón fundamental de las palabras de Krishna: “Piensa constantemente en mí, depende sólo de mí y seguramente llegarás a mí.”

El puro instinto de los niños, a menudo revela verdades ocultas. Recientemente, oí a una chica de quince años decir: “Cuando era una niñita, siempre me imaginaba cosas. Solía sentarme sobre la ventana observando la luna, suponiendo que si sólo la miraba por un período de tiempo suficientemente largo, podría dirigirme ahí y saber todo lo referente a ella.”

La cultura espiritual es alcanzable por medio de la concentración. Se debe continuar diariamente y en cada momento, si queremos que nos sirva para algo. El artículo “Elíxir de la Vida” (en “Cinco Años de Teosofía”), presenta algunas razones para esta verdad. La meditación se ha definido “la cesación del pensamiento activo externo.” La concentración es la completa tendencia de una vida hacia una meta dada. Por ejemplo, una madre devota es aquella que considera los intereses de sus niños y todas sus ramificaciones, en y ante, cualquier cosa que haga, no aquella que se sienta pensando fijamente en una rama de sus intereses todo el día. La vida es la gran maestra, es la gran manifestación del Alma y el Alma manifiesta al Supremo. Por lo tanto, todos los métodos son buenos y todos son simplemente parte de la gran meta que es la Devoción. El “Bhagavad Guita” nos dice que la “Devoción es el éxito en las acciones.” Debemos usar, igualmente, las facultades superiores e inferiores y más allá de aquellas mentales, se encuentran las desconocidas facultades Espirituales, que sin embargo se pueden descubrir. Los poderes psíquicos, al manifestarse, se deben usar también ya que revelan leyes. Pero no debemos exagerar su valor ni ignorar su peligro. Son intoxicantes, más sutiles que las burdas energías físicas. El que confía en ellos es como aquel ser que se abandona al orgullo y al triunfo sólo porque ha alcanzado la primera estación al borde del sendero que conduce a la cumbre que decidió escalar. La Naturaleza usa estos poderes como trampas para detenernos y también el desaliento, la duda, el miedo, la vanidad, el orgullo y la autosatisfacción. Cada suceso, objeto y energía, se puede usar en favor o en contra del gran fin, en cada uno de ellos, la Naturaleza se esfuerza en contener el Espíritu y el Espíritu se esfuerza por ser libre. ¿Podrá la substancia paralizar el movimiento o podrá el movimiento controlar a la substancia? La interrelación entre estos dos es la manifestación. La proporción de la actividad gobierna el desarrollo espiritual y cuando la gran Fuerza ha obtenido su completo impulso, nos lleva a los límites de lo Desconocido. Es una Fuerza inteligente, autoconsciente y espiritual, nosotros podemos evocar sus formas inferiores, vehículos o correspondientes, pero Ella viene sólo conforme a Su propia voluntad. Podemos, únicamente, preparar un vehículo para Ella en el cual, según dice Behmen: “el Sagrado Espíritu puede ir en su propio carro.” “Al Ser no se le puede conocer por medio de los Vedas ni por la comprensión y ni por mucho aprendizaje. El Ser es alcanzable sólo por el que escoge al Ser.” “El Ser lo elige a él como suyo. Sin embargo, el individuo que no se ha retirado de su maldad, no está sereno, sometido o cuya mente no está en reposo, nunca podrá obtener el Ser, ni aún mediante el conocimiento.” Las letras bastardillas son mías e indican el valor de tal estado de contemplación hasta ahora aludido como aquello en el cual la mente ha cesado de impartir energía y las puras energías de la Naturaleza van incrementando la fuente del Espíritu. El sentido de la frase en la anterior carta, que el Adepto “trae consigo lo posible” de Turya, se refiere a que todo depende de la coordinación de los varios principios en el ser humano. El que ha alcanzado la perfección o el estado de Mahatma, ha asumido un total dominio del cuerpo, iluminándolo según su voluntad. Por supuesto, mientras que está encarnado, aun siendo un alma poderosa, está, hasta cierto punto, limitado por aquel cuerpo o vehículo. Esto significa que, existen experiencias en las cuales tal órgano del alma que llamamos “el cuerpo” no puede participar y, más allá de cierto punto, su cerebro no puede reflejarlas ni recordárselas. Dicho punto varía según el grado de realización alcanzado por las almas individuales y mientras en algunas puede ser un elevado punto de gran conocimiento y poder, todavía, se debe considerar limitado, comparado con aquellas experiencias espirituales del alma liberada. 39 La obra a la cual se consagran todos los discípulos, consiste en hacer el cuerpo más receptivo, más fluido y más sensible, a todas las influencias espirituales que surgen del centro interno, en el alma, que es una parte indivisible de la gran Alma del todo y menos receptivo de las influencias materiales y externas engendradas por el mundo que no piensa y por las cualidades en la naturaleza. Según se dice, el pensamiento abstracto es “el poder de pensar en una cosa, independientemente de sus cualidades,” las cuales son lo fenomenal, lo evidente, que ejercen entonces la impresión más profunda en nuestros sentidos. Ellas nos desconciertan y constituyen una parte de aquella trampa que la Naturaleza prepara para nosotros por miedo a que descubramos su secreto más íntimo a fin de dominarla. Además, nuestra limitación individual como componentes de una raza, otorga tiempo a ésta y a otras razas, permitiéndoles pasar por la experiencia evolutiva lentamente, proporcionándole a cada alma largas y repetidas oportunidades para corregirse, retornar e ir alrededor de la curva de la evolución. Bajo este aspecto, la Naturaleza es muy misericordiosa y aún en las tinieblas de la octava esfera, a la cual descienden las almas de maldad espiritual, su impulso ofrece oportunidades de retorno si en el alma autocondenada, se encuentra una sola energía sensible a esto. Numerosas personas insisten en un perfecto código moral, alterado por las comodidades sociales, olvidándose que éstas varían según el clima, las nacionalidades y las épocas. La virtud es una noble ofrenda al Señor. Sin embargo, mientras que permanece una simple rectitud corporal y mental, es insuficiente y separada de la rectitud de la naturaleza psíquica o virtud del alma. La virtud del alma es el verdadero Ser, su virtud consiste en ser libre. El cuerpo y la mente no comparten tales experiencias, sin embargo después, pueden reflejarlas y dicho reflejo puede instruirlas con luz y poder de su propio tipo. La espiritualidad no es virtud. Bajo un aspecto es la impersonalidad. Es posible ser tan espiritualmente “malvado” como espiritualmente “bueno.” Dichos atributos se asignan a la espiritualidad en base a su uso, o sea se beneficia o si se opone a la gran Ley de la evolución, que al final debe prevalecer, siendo la Ley de la Deidad, una expresión de la naturaleza y del Ser de lo Desconocido y tal naturaleza propende hacia la manifestación, la autorrealización y la reabsorción. Todo lo que contrasta con esta Ley, esforzándose hacia una existencia separada, a la larga debe fracasar y cualquier diferenciación incapaz de reabsorción, se reduce a sus originales elementos en cuya forma, por así decirlo, puede ser reabsorbida. Desde luego, la espiritualidad es una condición del Ser que trasciende el lenguaje. Llámalo un nivel de vibración mucho más allá de nuestro conocimiento. Su lenguaje es el de movimiento incipiente y su perfección trasciende las palabras y aún el pensamiento. “El conocimiento del Supremo Principio es un silencio divino y el estado de reposo de todos los sentidos.” (“La Clave de Hermes.”).

  “Simpatía y antipatía, el bien y el mal, no afectan, ni mínimamente, al conocedor de Brahm, el cual no tiene cuerpo y existe eternamente.” (“Crest Jewel of Wisdom.”)

“Con respecto a aquella naturaleza que trasciende el intelecto, se dicen muchas cosas según la comprensión intelectual, pero se le contempla mejor cesando la energía intelectual que activándola.” (“Porfirio.”)

El pensamiento es limitado y nosotros buscamos entrar en el ilimitado. El intelecto es la primera producción de la Naturaleza que, como anteriormente dije, impulsa hacia la experiencia del alma. Al reconocer tal verdad, nos valemos de la energía natural llamada Pensamiento a fin de comparar, instruir, remover las dudas, y entonces alcanzar un punto en el cual reprimimos las tendencias externas de la Naturaleza, ya que, cuando éstas se resuelven en su causa y la Naturaleza está totalmente sometida y dominada, esa causa se manifiesta tanto en la naturaleza como más allá de ella.

“Al descender, las substancias incorpóreas se dividen y se multiplican entre los individuos, disminuyendo entonces su poder pero, cuando por medio de sus energías ascienden más allá de los cuerpos, se unen y existen en un todo mediante y a través de, la exuberancia de poder.” (“Porfirio.”) Estas alusiones pueden ser suficientes para las mentes ya encaminadas a lo largo de la senda. Para los demás resultarán impenetrables. Unicamente el lenguaje expresa las experiencias de una raza y como la nuestra no ha aún alcanzado los niveles más elevados del Ser, carecemos de palabras para expresar estas cosas. El oriente siempre fue la patria de la búsqueda espiritual y dio al mundo todas las grandes religiones. Por lo tanto, el sánscrito tiene los términos para algunos de estos estados y condiciones pero, aún en oriente, está bien entendido que lo sin forma no puede expresarse mediante la forma ni el Ilimitable por los límites de las palabras o los signos. La única forma de conocer estos estados, consiste en convertirnos en ellos, nunca podemos verdaderamente conocer algo que no somos. J. N.

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