Libro I – Parte 12 de 15
Carta IX
Querido Señor y Hermano: A tu amigo que hace preguntas, dile que nunca nadie fue convertido a la Teosofía. Cada uno que realmente entra en esto, lo hace porque es simplemente “una extensión de creencias previas.” Tal hecho te mostrará que el Karma es una cosa verdadera. En realidad, cada idea que recibimos, no es nada más que una extensión de la anterior. Es decir que son causas y efectos en infinita sucesión. Cada una produce la próxima y es inherente en la siguiente. Por lo tanto, todos somos diferentes y algunos semejantes. Mis ideas actuales y las tuyas, están influenciadas por aquellas de la juventud y entonces procederemos por siempre a lo largo de la inevitable línea que trazamos desde el principio. Obviamente, siempre variamos un poco, pero nunca hasta que nuestras antiguas ideas se extiendan. No debemos contar esas ideas falsas que de vez en cuando eliminamos, aún ofrecen una sombra aquí y allá. Pero por medio de la Hermandad, recibimos el conocimiento de los demás que consideramos hasta que, (si es idóneo para nosotros), llega a ser nuestro. En lo que concierne a tus conclusiones privadas, emplea siempre tu discernimiento. No adoptes ninguna conclusión meramente porque alguien en el cual confías la expresó, pero adóptala cuando coincida con tu intuición. Estar engañado por la influencia ajena, aun inconscientemente, implica tener una falsa fe. El conocimiento espiritual incluye a toda acción. Las personas en la búsqueda deberían leer el “Bhagavad Guita,” el cual les proporcionará alimento por siglos, si sólo lo leen con la vista espiritual. Bajo su corteza se encuentra el espíritu vivo que nos iluminará a todos. Lo he leído diez veces antes de ver cosas que al principio no capté. Durante la noche, se digieren las ideas que contiene, las cuales retornan de forma parcial a la mente el día siguiente. Es el estudio de los adeptos. Que ningún ser humano ignore que mientras existe una gran alegría en esta creencia, se encuentra aún un gran dolor. Siendo verdadero, siendo la Ley, el estudiante activa todas las grandes fuerzas. Ahora piensa haber abandonado la ambición y el bienestar. La ambición y el bienestar que ha dejado, son aquellos del plano inferior, los meros reflejos de las grandes ambiciones y comodidades de una vida más vasta. Los rayos de la verdad queman las capas que el tiempo ha colocado sobre esas semillas, las cuales empiezan a brotar causando nuevas luchas. No dejes que ningún buscador sincero, ignore tal hecho. Ha tomado a otros muchos años y lágrimas de sangre aprenderlo por sí mismos. ¡Cuán difícil es el sendero de la acción! Percibo el futuro vagamente y en tal caso, una persona se esfuerza inconscientemente en favor o en contra de esto. Entonces, llegan los resultados Kármicos. Podría casi desear no oír estos susurros. Sin embargo, el que se conquista a sí mismo, es mucho más grande que el conquistador del mundo. Quizá, ahora ves más claramente como obra el Karma. Si alguien se dirige a eliminar todo el Karma antiguo, muy a menudo la lucha se hace tremenda ya que el conjunto total del pecado anterior se precipita sobre un ser y los sucesos se siguen rápidamente. La tensión es terrible y todo el tejido de la vida gime y se sacude. Según se dice en el oriente, se puede recorrer la senda trazada en 700 nacimientos, en siete años o en siete minutos. La frase en “Luz en el Sendero” a la cual muchos estudiantes aluden, no es tan difícil como algunas otras. Una respuesta será suficiente para todo el conjunto. El libro se ha escrito sobre la base de la Reencarnación y cuando dice que el sucio vestuario recaerá sobre ti, significa que acontecerá en alguna otra vida, no necesariamente en ésta, aunque podría ocurrir. “Retirarse en horror,” no es desapego. Antes de que podamos esperar impedir a algún particular estado mental o a un suceso, que nos alcance en esta vida o en otra, debemos desapegarnos de tales cosas. Ahora bien, no somos nuestros cuerpos ni simplemente nuestras mentes, sino que la verdadera parte de nosotros en la cual el Karma está inherente. El Karma determina todo. Se apega a nuestro ser real interno por medio del vínculo y de la repulsión. Es decir, si amamos el vicio o alguna otra cosa, se aferra a nosotros por medio del apego, si odiamos algo, esto atrapa nuestro ser interno por el fuerte horror que suscita en nosotros. Si queremos impedir alguna cosa, debemos comprenderla y esto no es posible mientras que tememos u odiamos. No debemos amar el vicio, pero debemos reconocer que es una parte del todo y, al buscar comprenderlo, lo superamos. Esta es la “doctrina de los opuestos” de que habla el “Bhagavad Guita.” Por lo tanto, si nos retiramos horrorizados del mal, (aunque será legítimo para nosotros sentirnos tristes y caritativos), en una vida futura percibiremos tal horror, desarrollándolo, por reacción, en una reencarnación en un cuerpo y en un medio ambiente material apto para proporcionarnos aquello que ahora odiamos. Como estamos esforzándonos en alcanzar a Dios, debemos aprender a ser como El lo mejor posible. El no ama ni odia, por lo tanto, debemos esforzarnos en considerar el vicio más grande como algo que no debemos odiar, aunque no lo practiquemos y entonces podemos alcanzar el estado en el cual conoceremos el amor más grande que incluye de manera análoga a los seres y a las cosas buenas y malas. El Bien y el Mal son simplemente los dos polos de una cosa. En el Absoluto, el Mal es idéntico al Bien. Una persona dotada de conocimiento absoluto puede ver tanto el Bien como el Mal, pero no siente que el Mal es algo de lo cual deba escapar, por lo tanto debe llamarlo simplemente el otro polo. Definimos como Bien o Mal a ciertos sucesos que nos parecen a nosotros o a la actual civilización, como agradables o desagradables. Por eso hemos forjado estas dos palabras. Son palabras imperfectas para emplear. En realidad, en el Absoluto, uno es tan necesario como el otro y, a menudo, lo que parece malo y “doloroso” no es así para nada, sino que son simplemente precisos ajustes en el progreso del alma. Lee el “Bhagavad Guita” en lo que concierne a cómo el ser parece sufrir el dolor. Ahora bien ¿qué es el Mal? ¿Pérdida de amigos? No, si estás autocentrado ¿Calumnia? No, si confías en el Karma. El mal existe sólo cuando te rebelas a los inmutables decretos que se deben realizar. Tú sabes que deben existir estos equilibrios que llamamos Bien y Mal. Trata de imaginarte a un ser humano que fue realmente una gran alma y ahora vive como un avaro deleitándose en tal condición. Tú lo llamas un mal, él un bien. ¿Quién tiene la razón? Tú dices “Mal,” porque hablas con arreglo a lo Verdadero, pero lo Verdadero sabía que alguien nunca hubiera pasado un cierto punto, si no hubiese tenido tal experiencia, por lo tanto, ahora lo vemos en un estado negativo. Debemos tener experiencia y si la aceptamos según la creamos, somos sabios. Esto significa que, mientras que nos esforzamos en cumplir nuestro deber total hacia el mundo y hacia nosotros mismos, no continuaremos viviendo en el pasado mediante vanos y perjudiciales arrepentimientos, ni condenaremos a ningún ser por cualquier acción que cometió, ya que no podemos conocer su verdadera causa. No somos el Karma, no somos la Ley y el condenar a algún ser Humano, se vuelve una especie de hipocresía que el Karma desaprueba profundamente. El hecho que la Ley permita a un individuo vivir, demuestra que el poder superior aún no lo juzgó. Sin embargo, debemos mantener; y mantendremos, nuestro poder discernidor a cada instante. En lo que concierne al elevarse sobre el Bien y el Mal, por supuesto no significa ejecutar el mal. En realidad, no puede existir ningún verdadero Mal ni Bien, si nuestra meta es correcta nuestros actos no pueden ser malos. Ahora bien, toda acción muere después que se hace, su sitio de concepción es el corazón y ahí están ya realizadas, su simple cumplimiento en el mundo físico es de por sí una cosa muerta. Por lo tanto, podemos efectuar una supuesta buena acción que externamente parecerá buena, todavía, siendo quizá nuestro motivo equivocado, la acción es nula pero la intención cuenta. El gran Dios lo hizo todo, ya sea el bien o el mal. Entre las demás cosas se encuentran las que parecen Malas, pero esto no lo debe influenciar. Desde luego, si seguimos el segundo capítulo del “Bhagavad Guita,” debemos cumplir sólo esos actos que creemos sean justos para Dios y no para nosotros y si las consecuencias no nos interesan, no nos importa si parecen ser Buenas o Malas. Como el corazón y la mente son los verdaderos planos del error, por lo tanto, debemos mantener una actitud que nos induzca hacer todos los actos simplemente porque están ahí para que los cumplamos. Entonces, sólo resulta difícil separarnos del acto.
Como seres humanos, nunca podremos elevarnos sobre el hecho de que somos los instrumentos mediante los cuales los llamados Bien y Mal se manifiestan, pero, visto que este binomio es el resultado de la comparación y no es de por sí absoluto, consecuentemente, el (verdadero) nosotros debe aprender a elevarse internamente hacia un lugar en el cual tales sucesos nos parecen meramente como cambios en una vida de cambios. A veces, esto acontece también al ser humano que vive en el mundo. Por ejemplo, Bismarck, el cual solía mover grandes conjuntos de hombres y quizá para un buen fin, fácilmente puede elevarse sobre el transitorio Mal, en vista de un más amplio resultado. Lo mismo acontece con el cirujano, el cual puede elevarse sobre el dolor del paciente considerando sólo el bien o mejor dicho, el resultado procedente de una dolorosa operación. Lo idéntica cosa sucede con el paciente. Así, el estudiante se percata de que no debe hacer ni el “Bien” ni el “Mal,” sino que ejecutar cualquier acción que se le presenta y, por lo pronto, no debe considerar tanto su línea de conducta, sino más bien aquella del motivo, en cuanto su intención determina necesariamente su conducta. Tomemos al soldado, para él no existe nada mejor que una guerra legítima. Entonces podríamos preguntar: ¿comete algo equivocado en pelear o no, aun cuando la guerra sea ilegítima? No, a menos que mezcle su motivo. Aquellos que van a la guerra inducidos por la ganancia o la venganza, actúan mal, mientras no es así para aquellos que van a la guerra siguiendo las órdenes de sus superiores porque es su presente deber. Por lo tanto, extendamos nuestra ayuda a todos los que encontremos en nuestro sendero. Este será el verdadero progreso, los velos que caen sobre nuestras almas desaparecen cuando obramos para los demás. Que éste sea el verdadero motivo, y la cantidad del trabajo realizado no constituirá alguna diferencia. Z.