Cartas que me han ayudado – W.Q. Judge

Libro I  –  Parte 11 de 15

Carta VIII

Querido Jasper:

Me valgo de algunos momentos para reconocer tu carta. Este es un período de espera, de silencio. Nada parece vivo. Todos los oráculos están silentes. Sin embargo, el gran reloj del Universo continúa su marcha sin prestar atención. El domingo me dediqué a la Meditación y recibí algún beneficio. Me encantaría verte para hablarte con respecto a esto. Todavía, tales cosas son demasiado elevadas para las palabras y cuando nos acercamos a los temas, nos sentimos incapacitados para expresar nuestros pensamientos. No vivimos de acuerdo a nuestras posibilidades superiores del alma. Todo lo que nos impide alcanzar nuestros pensamientos elevados del pasado remoto es la debilidad propia y no el trabajo ajeno. Cuan insignificantes parecen los cuidados terrenales cuando nos concentramos en una profunda reflexión, en aquel momento los vemos por lo que son y después se desvanecen. Es verdad que la senda hacia los dioses es obscura y difícil y como tú dices, en la primera apelación no obtenemos nada de ellos, debemos llamar a menudo. Sin embargo, a lo largo de la senda podemos detenernos para mirar adelante, ya que, no importando cuán obscuro sea y cuan débiles seamos, el Espectador lo ve todo y nos hace una señal y nos susurra: “Ten valor, que he preparado un lugar para ti en el cual tu estarás conmigo por siempre.” El es el Gran Ser, es nosotros mismos.

Los Guías del mundo están siempre procurando ayudarnos. Ojalá pudiéramos pasar las nubes y verlos siempre. Debemos ser pacientes. Todos nuestros obstáculos son auto producido. Todo nuestro poder es el depósito del pasado. Todos debemos tener tal reserva, aquel que actualmente la siente próxima, es él que en esta existencia dirigió sus pensamientos hacia el adecuado canal. El hecho que los demás no la perciban, implica que han vivido ciegamente. Si no la sientes y no la ves más claramente, depende de que aún no has canalizado todas tus energías mentales hacia ella. Es posible valerse de esta gran raíz de energía Kármica, dirigiendo hacia ella el fuego de nuestras mentes. El camino correcto es hacia el Amor, el Amor de lo Divino y de todos los seres. Si después de todo, nos sentimos que aún no somos “Grandes Almas” que participan en la totalidad de aquellas “Almas que sirven a los dioses,” no debemos deprimirnos, estamos aguardando nuestra hora esperanzados. Esperamos con paciencia, en silencio, que sigue a todo esfuerzo, sabiendo que la Naturaleza obra de tal manera, ya que en sus períodos de obscuridad no hace nada donde reinan las tinieblas, mientras que sin duda ella y nosotros también, estamos trabajando en otras esferas.

Lo que describiste no es el alma, es sólo una experiencia parcial. Si tú hubieras conocido el Alma, pudieras contestar todas estas preguntas, ya que ahí reside el conocimiento completo. El alma contiene, igualmente, cada criatura y pensamiento. El sumergimiento de tus pensamientos hacia el centro, es práctica. Se puede hacer y no podemos explicarlo, podemos únicamente decir: “hazlo.” Sin embargo, no anheles hacer tales cosas. El primer paso en llegar a ser es la Resignación. La Resignación es la segura, verdadera y real senda. Nuestras motivaciones sutiles en constante cambio, nos eluden cuando las buscamos. Te has acercado a ella, lo cual requiere un gran cuidado. Sin embargo, al paso que el cuerpo puede necesitar tiempo para sentir sus completos resultados, podemos instantáneamente cambiar la actitud de la mente. Después de la Resignación siguen (en su orden), la Satisfacción, el Contentamiento y el Conocimiento. La ansiedad por alcanzar estas cosas nos obscurece y nos detiene. Entonces, procura adquirir paciente Resignación. La lección que el Karma de tu existencia presente te proporciona, es la paciencia más elevada. No puedo decirte nada con respecto a esto, es una cuestión personal y de práctica. Expele cada deseo de alcanzar el poder y busca sólo la comprensión de ti mismo. Insiste en la indiferencia. Imponte que lo que eras ayer no tiene la más mínima importancia, pero en cada momento esfuérzate por aquel instante, los resultados se darán por sí solos. ¡El Pasado! ¿Qué es? Nada. ¡Ya pasó! Despídelo. Eres tu propio pasado. Por lo tanto, no te interesa como tal. Te concierne sólo el cómo eres ahora. En ti, con arreglo a tu existencia actual, se encuentra todo el pasado. Así, sigue la máxima hindú: “No te arrepientas de nada, nunca te aflijas y corta todas las dudas con la espada del conocimiento espiritual.” El arrepentirse produce sólo error. No me interesa lo que era o lo que algún otro era. Busco sólo lo que soy en cada momento. Ya que, como cada instante es y de repente no es más, por consecuencia si pensamos en el pasado, olvidamos el presente y mientras olvidamos, los momentos se subsiguen incrementando el pasado. Por lo tanto, no te arrepientas de nada, ni aun de las más grandes insensateces de tu vida en cuanto se desvanecieron y debes trabajar en el presente que es, contemporáneamente, pasado y futuro. Entonces, con el absoluto conocimiento que todas tus limitaciones dependen del Karma pasado o presente y con una firme confianza en el Karma como único juez, que será bueno o malo según tú lo hagas, puedes soportar cualquier cosa que acontezca y sentirte sereno, no obstante los ocasionales desalientos que todos experimentamos y que la luz de la Verdad siempre disipa. El siguiente versículo explica todo: “¿Qué lugar puede haber para la ilusión y para el dolor en aquel que reflexiona en la unidad del espíritu y sabe que todos los seres espirituales son idénticos en esencia al Ser Supremo?” En todas estas experiencias internas se encuentran mareas como en el océano. Ascendemos y descendemos. En un cierto momento los dioses descienden y después retornan al cielo. No pienses en hacerlos descender, pero esfuérzate por elevarte a la senda, bajo la cual periódicamente vuelven, acercándote así más a ellos, de manera que puedas, en realidad, recibir su influencia más pronto que antes. Adiós. Que puedas sentir siempre el surgir de amplias profundidades que descansan más allá de la pequeña pulsación del corazón. Quizá, nuestros compañeros se están acercando más. ¿Quién sabe? Pero aunque esto no acontezca, esperamos, algún día el sol prorrumpirá tras las nubes. Esto conservará nuestra fuerza cuando, en compañía del Guardián del Umbral, seamos obligados a observar y simular por un tiempo.

                                                                                                                                                         Z.

La “paciencia superior” a la cual aludí, requiere también cuidado. Es la sutil línea entre el orgullo y la humildad. Ambos son extremos y errores, oscilar del uno al otro es un poco mejor. ¿Cómo podemos estar orgullosos cuando somos tan pequeños? ¿Cómo osamos ser humildes cuando somos tan grandes? En ambos casos estamos blasfemando. Pero entre los dos existe aquel lugar firme que es el sitio, “ni demasiado elevado ni demasiado bajo,” en el cual Krishna le dijo a Arjuna que se sentara, un lugar suyo propio. Es el lugar firme que nuestra fe ha ganado del mundo. En ello debemos permanecer siempre tranquilos sin que nos influencie ningún ser humano por grande que sea, ya que cada uno de nosotros contiene las potencialidades de cada otro. La expresión “sin que nos influencie,” no significa que no debemos rendir reverencia a aquellos mediante los cuales el alma habla. Respetemos a la gran alma y no a la mortal arcilla. Debemos examinar atentamente todo lo que nos proviene de tales personas y todo lo que nos llega de cualquier fuente asumiendo el aspecto de la verdad, procurando, fielmente, discernir donde pueda ser verdadero, poniéndolo a un lado si fracasamos, como si fuera un fruto aún no maduro para nosotros. No tenemos que renunciar a nuestras intuiciones para seguir algún ser, mientras que podemos ampliamente dudar de nuestro juicio en cada instante. No debemos actuar sin la aprobación interna, pero no debemos ignorar las serias dificultades en separar esta voz intuitiva de la charla inconsistente de la fantasía, del deseo o del orgullo. Si somos justos con nosotros mismos, mantendremos el equilibrio de manera imparcial. ¿Cómo podemos ser justos con los demás si no lo somos con nosotros mismos? En lo que concierne a la Ley, un ser humano sufre tanto por la injusticia hacia sí mismo como hacia otro, no importa por cuáles intereses él se oponga a las corrientes universales, la Ley sólo sabe que trató de extraviarlas mediante una injusticia. No considera a las personas ni tampoco al hecho de que ignoraban la Ley. Es una fuerza imparcial e impersonal, comprensible sólo mediante la ayuda de la más elevada paciencia, la cual repentinamente osa todo y soporta todo. “Nunca te arrepientas de nada.” El remordimiento es un pensamiento y por lo tanto una energía. Si dirigimos su corriente hacia el pasado, afecta las semillas de aquel pasado vivificándolas, haciéndolas brotar y crecer en el campo de la mente, de aquel momento, el pasar de la expresión a la acción es sólo un paso. Una vez que empleé la palabra “Fantasma,” un niño me dijo: “¡Calla! no pienses en ellos. Lo que pensamos siempre acontece.” No existen observadores más imparciales que los niños cuando no piensan en sí mismos. J. N. 

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Scroll to Top
Scroll to Top