J.J. Van Der Leeuw
Capítulo 3 Parte 21
MANTENIMIENTO DE LA CONCIENCIA EGOENTE
Como quiera que, tenemos tras nosotros siglos de evolución durante los cuales estábamos contentos de sufrir destierro en las tinieblas del mundo exterior, resulta que aunque por un corto rato nos reconozcamos como egos, siempre propendemos a volver a los antiguos hábitos de identificación con los cuerpos.
Tal es nuestro frecuente error. Cuando durante la meditación o en el transcurso de alguna ceremonia experimentamos un instante de intenso arrobamiento espiritual, nos decimos después: "¡Cuán hermoso era esto! Siento que se haya concluido." Pero esto es un error en el que no hemos de incurrir. En cambio, cuando experimentemos algo sublime, cuando nos reconozcamos como el divino Yo, digamos: "Esto es muy hermoso y ha de subsistir en mí." Tal es la gran diferencia. Nuestra flaqueza está en que cuando experimentamos estos sublimes sentimientos los dejamos desvanecer. No habéis de tolerarlo, sino rebelaros diciendo: "No quiero que este sentimiento se desvanezca. He de mantener este divino reconocimiento. Yo, el divino Ser, lo mantendré." Esto es posible porque ya se hizo y debe hacerse. Todos reconoceremos algún día nuestros divinos poderes, y aprenderemos a mantener como una permanente realidad la conciencia que de ordinario sólo tenemos durante unos cuantos momentos. ¿Por qué no empezar desde ahora?
Si os reconocéis como egos participantes de la vida de divino gozo e inefable felicidad, decidid permanecer en tal estado. No volváis a las tinieblas del destierro. ¿Por qué retornar a la entumecida existencia, en la lóbrega mazmorra de la vida personal, cuando podéis vivir en el fulgor de la Vida divina? ¿Por qué no permanecer allí, actuar desde allí y allí vivir?