J.J. Van Der Leeuw
Capítulo 4 Parte 23
LA VOLUNTAD DEL EGO
El siguiente poder del ego que debemos aprender a reconocer como propio es el poder de la voluntad, llamado Atma en Teosofía. No se ha de confundir este poder verdaderamente divino con la débil potencia a que llamamos "voluntad" en la vida diaria. Difícilmente hallaríamos otra palabra cuyo concepto se hubiese de tal modo confundido y tergiversado. La empleamos cuando realmente debiéramos decir "deseo" o "apetito", y hablamos de personas que "tienen flaca voluntad", cuando no hay tal voluntad flaca ; y aludimos al "entrechoque de voluntades" cuando meramente significamos el entrechoque de egoístas deseos.
Según dije anteriormente, Coué y Baudouin emplean la palabra voluntad para expresar la anhelosa y frenética resistencia, y así es que en una de las obras más importantes de psicología moderna se confunde el concepto.
Ante todo debemos desechar la generalizada idea de que la voluntad actúa o hace algo, es decir, que llevamos algo a cabo por un esfuerzo de la voluntad. La actuación no es incumbencia de la voluntad, sino de un diferente aspecto del ego, el de la creadora actividad.
La voluntad es el gobernante, el rey que dice: "se ha de hacer tal cosa" pero que nada hace por sí mismo. Psicológicamente hablando, la voluntad es el poder de enfocar la conciencia en una cosa con exclusión de toda otra.
Así vemos que la voluntad es un poder sereno, tranquilo, inmóvil, el poder de mantenerse en una cosa y excluir todas las demás. Pero es un formidable poder, acaso por lo poco comprendido.