Libro II – Parte 3
Carta II
Nuevamente, en ausencia de Annie (Besant), la cual se encuentra tan distante, os envío una palabra de saludo fraterno. Os pido leerla de manera impersonal en cada aspecto, en cuanto no contiene ningún pensamiento de reticencia, ninguna intención oculta y no he recibido ninguna carta o noticia de nadie que me indujera a escribir. Estamos tan lejos los unos de los otros, que de vez en cuando un saludo de este género está bien y se debería recibir con el espíritu con el cual se envió. No es posible comunicarse con algún otro centro familiar, pues no existe otro en la Sociedad ya que vosotros sois los únicos. Aquí no tenemos nada semejante, casi todos viven en otros sitios y esto es simplemente una sede de trabajo. Muchas veces, se ha tratado de fundar centros domésticos cooperativos, pero toda tentativa ha fracasado. Se intentó uno aquí, en los Estados Unidos y es famoso. Se llamaba la Granja Brook, cuyos cimientos no se basaban sobre ninguna meta, ni filosofía tan elevada como la que vosotros poseéis, por lo tanto, las fricciones personales que se desarrollan en algún lugar de intimidad muy próximo, causaron su fracaso. Esto debería ser un guía para vosotros de manera que os permita vigilar y evitar tal consecuencia. En vuestro caso, el medio ambiente puede cambiar en número y en personal, sin embargo, jamás se podrá desintegrar si la meta permanece elevada, el autojuicio es riguroso y no evoca una actitud de suficiencia y de crítica. No os estoy acusando de comportaros así, me limito simplemente a exponer un peligro humano, del cual el Teósofo, en ningún momento, está exento. En realidad, vuestro centro se encuentra en peligro ya que está rodeado de poderosas fuerzas. Por lo tanto, todos deben siempre tener cuidado, pues el elemento personal tiene una constante tendencia a engañarnos, ocultándose tras de las paredes y revistiéndose de las imperfecciones, verdaderas o imaginarias, de los demás. Sería útil que vosotros penséis en como todos podéis actuar mejor a fin de convertir vuestro centro en algo verdaderamente internacional, siendo este el único de tal tamaño. Por supuesto, cada miembro, él o ella, tiene derecho a su particular “extravagancia,” sin embargo, nadie debería pensar en juzgar a otra persona porque no comparte el mismo tipo de “extravagancia.” Un individuo come carne, otro no, ninguno de los dos está universalmente en lo correcto, pues el reino del cielo no se alcanza comiendo carne ni tampoco absteniéndose de ella. Una persona fuma, otra no, ambas no están universalmente en lo correcto ni en lo equivocado, pues para una el fumar es bueno y para la otra es negativo. El individuo verdaderamente cosmopolita, deja a cada uno la libertad de actuar como mejor quiera en tales asuntos. Los elementos esenciales son las únicas cosas acerca de las cuales el verdadero ocultismo y la Teosofía exigen un acuerdo, sin embargo, los asuntos temporáneos como el alimento y los hábitos diarios, no son esenciales. Uno podría cometer también el error de ostentar demasiado su particular línea de vida o acción. Al comportarse de tal forma, todo el mundo es aburrido, por lo tanto no se obtiene nada duradero, salvo una impresión extravagante.
Un lugar como el vuestro, donde se reúnen muchos seres de todos tipos de naturaleza, proporciona una oportunidad única de enriquecimiento y beneficio para la autodisciplina. En un centro de este tipo, la fricción es inevitable y si cada uno aprende el gran principio de “dar y recibir,” y no se concentra en las imperfecciones ajenas sino que en las suyas, entonces, a causa de la fricción se puede realizar un gran progreso. Los Maestros dijeron que el gran paso consiste en aprender en cómo salirse de la rutina que cada uno tiene por naturaleza y por educación, llenando las antiguas ranuras. Algunos han interpretado esto erróneamente, aplicándolo sólo a los simples hábitos externos de la vida, olvidándose que su verdadera aplicación se refiere también a los surcos mentales y astrales. Cada mente tiene una ranura y no está dispuesta naturalmente a conformarse en el surco natural de una mente ajena. Por lo tanto esto causa, a menudo, fricción y disputa. Ilustramos lo que antecede por medio de la ceja de rueda de la locomotora de vapor que se mueve a lo largo de la vía. No puede proceder sobre una vía más amplia o más estrecha, por lo tanto se encuentra confinada a una. Supongamos que quitemos el borde de la rueda ensanchándola, desde luego puede adaptarse a cualquier vía posible. La naturaleza humana general es como la locomotora, tiene un reborde y se mueve a lo largo de una vía de cierto tamaño, sin embargo, los ocultistas, o los aspirantes a ocultistas, deberían eliminar el reborde encontrándose entonces con una rueda amplia que se adaptará a la mente y a la naturaleza ajena. Por lo tanto, aún en una vida, podemos beneficiarnos de las numerosas existencias, ya que las vidas de otras personas se desarrollan cerca de nosotros sin que las notemos o usemos, pues nuestra rueda es demasiado amplia y rebordeada, o excesivamente estrecha y también rebordeada. Es verdad, esto no es fácil cambiarlo pero en todo el mundo no existe mejor oportunidad de la que se os presenta a cada hora para efectuar la alteración. Me gustaría mucho tener tal oportunidad que el Karma me ha negado y me percato de la pérdida en la cual incurro cada día, debido al hecho de que no la tengo ni allá ni aquí. Vosotros la tenéis y de allí debería extenderse, tarde o temprano, a toda la tierra: a los hombres y a las mujeres abiertos, activos y fuertes para efectuar el trabajo de ayudar al mundo. El hecho de que os recuerde todo esto, no es una crítica sino que depende de que me encuentro desprovisto de tal oportunidad y como vivo distante, puedo ver la cuestión más claramente y también lo que está a vuestro alcance para vuestro beneficio y para todos los demás. Es natural que una persona se pregunte: “¿Qué esperar del futuro y qué pensar del objetivo preciso, si existe uno, de nuestro trabajo?” A esta interrogante se le puede contestar de muchas maneras. En primer lugar, para cada uno de nosotros existe el trabajo efectuado en y sobre, nuestro ser, cuyo objetivo es la iluminación de uno mismo para el bien de los demás. Si se persigue tal meta de manera egoísta, gozaremos de alguna iluminación, aunque no de la cantidad necesaria para el trabajo completo. Debemos examinarnos a fin de convertir, cada uno de nosotros, en un centro del cual, conforme a nuestra capacidad, puedan desprenderse las potencialidades para el bien, que en el adepto fluyen en amplios y abundantes torrentes. Por lo tanto, el futuro de cada cual, manará de cada momento presente. Al usar el instante presente, elevamos o degradamos el futuro hacia el bien o el mal, el porvenir, siendo simplemente una palabra para el presente que aún no ha llegado, implica que debemos prestar atención al presente más que a cualquier otra cosa. Si el presente está constelado de dudas y vacilaciones, el futuro será lo mismo, pero si está lleno de confianza, tranquilidad, esperanza, valor e inteligencia, el futuro será idéntico. En lo que concierne al propósito más amplio del trabajo, éste es el producto del esfuerzo unido de la masa total de las unidades. Involucra a la raza y, como no podemos escapar de su destino, debemos repeler la duda y continuar trabajando. La raza en general, se encuentra en un estado de transición y la condición del entero está entreteniendo muchas de sus unidades. Encontramos que el sendero es difícil porque, como pertenecemos a la raza, las tendencias generales raciales nos afectan fuertemente. Esto no podemos eliminarlo en un momento. Es inútil quejarnos al respecto, además, es una actitud egoísta, pues en el pasado participamos en hacer del presente lo que es hoy. La única manera en la cual podemos alterarlo, consiste en actuar como si cada uno fuera un centro para el bien y una fuerza que contribuyera a “la justicia” y cuya guía es la sabiduría. A causa del gran poder de la maldad colectiva, cada uno de nosotros debe librar una mayor lucha en el momento en el cual se esfuerza por elevar su naturaleza interna más allá del nivel muerto del mundo. Por lo tanto, antes de emprender tal esfuerzo, deberíamos acumular en el plano inferior todo lo posible, en mérito, mediante actos altruistas, recurriendo a gentiles pensamientos y desprendiendo nuestras mentes de las tentaciones mundanas. Esto no nos aislará del mundo, sino que nos liberará de la gran fuerza que Boehme llama “Turba,” indicando el inmenso poder de la inconsciente y material base de nuestra naturaleza. En este plano, la base material, siendo desprovista de alma, está más inclinada hacia las cosas inferiores de la vida que a las superiores. Por lo tanto es inútil, como muchos de nosotros hacen, desear ver a los Maestros y estar con Ellos, mientras no hayamos subyugado en cierta medida tal fuerza. No podrían ayudarnos a menos que proporcionemos la condición y un simple deseo no es una condición necesaria. La nueva condición exige un cambio en pensamiento y naturaleza. Así, los Maestros, han dicho que ésta es una edad de transición y él que tiene oído para oír entenderá lo que se ha dicho. Estamos trabajando para los nuevos ciclos y siglos. Lo que hacemos ahora en esta edad de transición, corresponderá a lo que efectuaron los grandes Dhyan Chohan en el punto de transición, la coyuntura intermedia en la evolución, durante la cual toda la materia y todos los tipos, se hallaban en un estado transitorio y fluido. Entonces, impartieron el nuevo impulso para los nuevos tipos que luego 75 resultaron en todas las amplias variedades de la naturaleza. Desde el punto de vista del desarrollo mental, actualmente nos encontramos en el mismo lugar y lo que ahora hacemos con fe y esperanza para los demás y para nosotros, tendrá su resultado similar en el plano al cual todo se dirige. Desde luego, en otras centurias, apareceremos nuevamente y continuaremos tal trabajo. Si lo ignoramos ahora, será peor para nosotros entonces. Por lo tanto, no estamos trabajando para alguna organización particular de los años futuros, sino para un cambio en el Manas Buddhi de la Raza. Por éso puede parecer una tarea indefinida, sin embargo es muy precisa y con un muy amplio propósito. Permítanme dirigir vuestra atención hacia aquella parte de “La Doctrina Secreta” que el Maestro Mismo escribió, en la cual se explica el punto intermedio de la evolución referente a los mamíferos ungulados. Debería ofrecernos una vislumbre de nuestra tarea, removiendo así, todos los vanos deseos por una estancia con nuestros guías y hermanos invisibles. El mundo no está libre de la superstición y nosotros, siendo parte de él, debemos haber conservado algún rastro de ésta. Ellos han dicho que una gran sombra sigue a todas las innovaciones en la vida de la humanidad. El sabio no causará la aparición de tal sombra demasiado pronto, pero esperará que alguna luz esté preparada para que irradie al mismo tiempo a fin de disipar las tinieblas. Los Maestros podrían dar toda la luz y conocimientos necesarios, pero las tinieblas son demasiado impenetrables y capaces de devorar la luz, salvo en el caso de algunas almas brillantes pero, consecuentemente, descendería una mayor obscuridad. Muchos de nosotros, no podrían asir ni entender todo lo que se puede impartir y en nuestro caso resultaría ser un peligro y una nueva dificultad para las otras vidas que se tendría que solucionar en el dolor y en la pena.
La bondad y el amor, inducen a los Maestros a no cegarnos con el relámpago eléctrico de la verdad total. Sin embargo, desde un punto de vista concreto, nuestro trabajo general tiene un cierto objetivo. Consiste en originar una nueva fuerza, una nueva corriente en el mundo, la cual atraiga de nuevo a los Gnanis, los sabios, que desde hace mucho tiempo desaparecieron de nuestra esfera, de manera que se encarnen entre los hombres llevando nuevamente consigo la verdadera vida y las verdaderas prácticas. Actualmente, una capa de obscuridad lo cubre todo, impidiendo la atracción de cualquier Gnani. Aquí y allá, algunos rayos la penetran. Aún en la India reina la obscuridad, ya que en este lugar, donde la verdad se oculta, el espeso velo del dogma teológico lo esconde todo y, aunque exista una gran esperanza, los Maestros no pueden penetrar tal capa para comunicarse con las mentes abajo. Tenemos que educar al occidente de manera que pueda apreciar las posibilidades del oriente y haciendo así, en la estructura de espera oriental, podemos edificar un nuevo orden de cosas para el bien del todo. Cada uno de nosotros debe convertirse en un centro de luz, una especie de galería de imágenes la cual proyecte en la luz astral ciertas escenas, influencias y pensamientos, que afecten positivamente a muchos, así se despertará una nueva corriente que al final logrará atraer otra vez lo que es grande y bueno de otras esferas situadas más allá de la tierra. Todo esto no es 76 espiritualismo para nada, en cuanto no se refiere ni mínimamente a los habitantes de la tierra de los fantasmas. Entonces, tengamos gran fe y confianza. Veis cuántos han salido de vez en cuando de vuestro centro hacia muchas partes distantes del mundo y cuántos continuarán haciéndolo para el bien y el provecho de la humanidad en todos los lugares. Se han ido a todas partes, por lo tanto, aun cuando causas fuera de vuestro control produjeran la desorganización del centro, su poder y realidad no desaparecerá para nada, sino que permanecerá para siempre aún después del completo desvanecimiento de todo, en lo que concierne a los ladrillos y el cemento. Os envío mis mejores deseos y fraternos saludos de año nuevo y para cada año futuro. Con cariño, William Q. Judge