K.A. Beechey
JUNIO – SIMPATÍA
¡Tengo que decir que los telegramas de la “Anciana Dama” le alcanzan a uno como las piedras desde una catapulta!. ¿Qué podía hacer yo, sino acudir?. Argumentar a través del espacio con alguien sumido en la desesperación y en un estado de caos moral, resultaba inútil. Por lo tanto, tomé la decisión de abandonar el retiro de tantos años y dedicar algún tiempo a consolarla lo mejor que pude. K. H.